• Grace Bayala
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Disfunciones y diacronías para ojo, Andrés Latorre, 2015


Traspasar el plano

“La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes... No, decididamente no es éste, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico…”
J.L. BORGES. El Libro de Arena

Yo conocí en un tiempo de éste tiempo a Andrés Latorre, tuve el placer de hablar con él, tomamos un té yo y él un café. Fue la tarde en que me enteré de la muerte de mi amiga Luz, y fue cuando, en verdad, se moría en mí una manera de ver la luz y nacía otra.
Presencié la apertura de la nueva creación de obras de Latorre que consta de varias series y comprendí cabalmente que la vida es una perfecta secuencia de hechos, una geometría sagrada.
Pude advertir que el abordaje de este notable artista abría un camino que, como observa Fabiana Barreda en un escrito anterior, posee una metódica y lenta disolución a un nuevo paisaje. Este proceso de ruptura y reconstrucción del horizonte, consecuencia de un “deambular por el infinito”, como señala el autor, habla de un abordaje potente capaz de traspasar el plano para sumergirse en el mistérico orden geométrico.
En esta nueva fase de su trabajo denominada “Disfunciones y diacronías para ojo”, el artista altera la función general de su hacer en un desafío que parte del recelo de sus propias vacilaciones y analiza críticamente los elementos que utiliza para pintar. Es en la pulsión y en su energía profunda donde obra el prodigio. Ya no hay pintura sino acto pictórico. No hay idea previa, se suspende el diálogo interno y materia y pincel devienen en oráculo.
El artista, entonces, horada el lienzo.
Como si dispersara capas de corteza terrestre, la continuidad de su mano investiga y pinta en busca del magma, madre de sustancias, origen de la roca. Cuando el diálogo apagado invade el espacio, la transmutación se produce, las piedras empiezan a revelar su potencia para reflejar el espectáculo del universo infinito.
Sólo un gran artista puede lograr esto.
Casi como consecuencia, afloran las “Fuentes”, siguiente serie donde Latorre busca de nuevo la alteración como elemento arbitrario. Emana el afluente en medio de las piedras y corre a través de ellas. Sería prudente recordar que los elementos de la naturaleza traen información que puede habitar en nosotros si nos permitimos espejarnos con ella.
Quizá ese trance haya dado origen al advenimiento de las “Pinturas doradas”, fase intuida, según las propias palabras del artista como su etapa más espiritual.
Definida como una deconstrucción cromática donde se logra el dorado sin valerse de pigmentos áureos, este alquimista manifiesta plásticamente su contemplación.

Y todo cierra casi como ha empezado. La presencia borgiana se yergue generando una espiral ascendente, para llegar al “Aleph disfuncional”, obra objetual que corona con impecabilidad la poderosa muestra de Andrés Latorre. Círculo de mármol de pequeño formato, contiene la transcripción del inmortal cuento de Borges, donde la difícil superficie se debate contra el artista quien logra concretar su ambición: un nuevo Aleph tan enigmático como aquél, tan real como inabarcable.
Óleos sobre lienzos, acuarelas sobre papel y lápiz dermográfico sobre mármol, no sólo afirman la solvencia técnica de un virtuoso sino que convierten al soporte en una suerte de arca que mantendrá a resguardo instantes sagrados de un prodigioso creador.

Aleph disfuncional

Transcripción del cuento de Jorge Luis Broges “El Aleph” con lápiz dermográico sobre mármol. Esta pieza, siendo en sí misma una condensación del texto de J.L. Borges, condensa los diferentes nombramientos que se despliegan en el conjunto de obras que componen la exposición. Fruto de esta observación es el escrito “Aleph Disfuncional” que estará impreso en el caálogo de la exposición.

Aleph disfuncional como piedra como relejo como intento dorado del oro. Disfunción de Aleph Por el silencio de todas las palabras.
(En lo persistente de la presencia) como ícono. Y paisaje, (y fragilidad de lo impermanente)

Conversión de las sustancias del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo.

Mudar o convertir algo en otra cosa

Grace Bayala