• Grace Bayala
  • Grace Bayala
  • Grace Bayala
  • Grace Bayala
  • Grace Bayala
  • Grace Bayala

La naturaleza de las cosas, Luis Altieri, Daniel López Cullari, Alejandro Parisi, Daniel Prieto y Daniel Vidal, Museo MACLA, 2015.


La naturaleza de las cosas

Como un amanecer que nos muestra otro paisaje, se abre ante nosotros “La naturaleza de las cosas”, una muestra de pintura que, como refresco de luz, nos invita a recorrer un camino de transición que ha de elevarnos. En ella el poderoso hacer de cinco artistas recuerda a la filosófica contemplación de la vida propuesta por Lucrecio donde su labor como poeta, el cantar a Venus y su poder fecundo podrá vincularse al escrupuloso trabajo del artista capaz de crear solidez y permanencia con material tenue y etéreo. El vínculo a la obra De rerum natura del poeta latino, es una provocación sutil y también un incentivo a hallar la poesía latente en las obras cuyo mensaje podrá despertar para derramarse ante la presencia activa del espectador. Una muestra que por su gran magnetismo nos incita a acercarnos a la pintura para percibir cada trabajo como flor de un jardín no descubierto que nos llama a internarnos, a no permanecer fuera.

Pudiendo establecer infinitas asociaciones estamos ante una exhibición que nos incluye en la bella tarea de reinaugurar los ojos y descubrir los portales de un nuevo universo donde las barreras se elevan, las puertas se abren y la virtud del arte se torna un espejo de nosotros mismos que nos devuelve la natural imagen y nos regala, además, la que aún no hemos visto. Una invitación al tránsito de lo desconocido, a la indagación profunda y a la pérdida del miedo si lo hubiere.

“El punto de partida no es el “arte” sino la obra de arte…, nos recuerda Elena Oliveras en su libro “Estética. La cuestión del arte” y agrega: “…Por eso la obra, y no el artista o el arte, será el punto de partida –fenomenológico- de la investigación heideggeriana, aunque luego él descubra que en la cadena obra-artista-arte lo esencial es el arte.” (1)

Quizá sea en este inicio de observación y partiendo del encuentro de nuevas entidades que logremos captar la esencia pura de dicha realidad que trasciende a nuestra conciencia. Sostiene Hans-Georg Gadamer, en “La actualidad de lo bello” que “para ver hay que llevar a cabo una actividad muy especial: hay que sintetizar personalmente las diversas facetas cuyos trazos aparecen en el lienzo; y luego, tal vez sea uno arrebatado y elevado por la profunda armonía y corrección de la obra, igual que ocurría antiguamente, sin problema alguno, sobre la base de la comunidad del contenido del cuadro. Habrá que cuestionarse lo que esto significa para nuestra meditación”. (2)

El “tal vez” de Gadamer se convierte en certeza si se encuentra, como en este caso, a un pintor alquimista que transmuta lo oculto en luz y lo invisible en naturaleza estética y si se lo percibe como lo que realmente es: un dotado que trabaja con pulcritud e impecabilidad desde su íntima esencia. Esta es la oportunidad para experimentar ese impulso, ese ardor, esa sublime vehemencia ya que se exhiben obras de cinco creadores y sus personales visiones en una unidad que devela similitudes y diferencias abriendo una pluralidad y un sincretismo a la vez que se convierte en celebración de sus poderosos haceres.

Nada más propicio que presentar a los cinco artistas que hoy nos convocan definiéndose a sí mismos y con sus propias palabras:
Luis Altieri dice: “Pienso que en cada época debe haber habido “imágenes fuerza”, símbolos y colores que representaron a las culturas. La evocación de esas mismas formas, creo que evoca esos mismos contenidos “anímicos”, anhelos, sueños, fantasías, miedos, comunes a la humanidad… Cuando yo en lo personal me conecto con esas antiguas cargas anímicas y se suman las personales, toda la emocionalidad, los anhelos, los miedos, las frustraciones, todo eso esta circulando.”

Daniel López Cullari expresa: “Quizá porque una de las virtudes de mi madre fue haberme concedido total libertad expresiva –ya que carecía de un proyecto premeditado para mí- tuve la oportunidad de elegir mi propia identidad personal y artística. Y esa identificación la encontré en la América Precolombina. Se trataba de establecer mi lugar… Aspiro a un silencio visual, un espacio necesario para contener esa observación detenida y una expresa concentración de imágenes. Todo ese vacío se moviliza y tiende a su naturaleza.”

Alejandro Parisi relata: “Intento explicar en la pintura un lugar inexpresable, el alma mía en diálogo con su tiempo, ni yo mismo sé sobre ella y la palabra nunca alcanza a definirla. Ser desconfiado, arriesgar permanentemente en la búsqueda en el lienzo; así creo que el pintor es aquél capaz de soportar la incertidumbre, un individuo que se conceptúa a sí mismo como fragmento de una estructura mucho mayor.”

Daniel Prieto dice: “El hacer debe transformarnos en seres creativos, abiertos a nuevas percepciones y maneras de ver. Me propongo reflexionar sobre la manera de percibir las formas y su relación con el espacio, explorando diversos materiales, técnicas y soportes, para poder expresar pensamientos en un lenguaje artístico.”

Daniel Vidal en una selección de lo expresado en sus Apuntes para un credo artístico, afirma: “Definir y luego desarrollar un tema plástico hasta encontrar una sintaxis propia. Allí comienza el verdadero diálogo entre el pintor y su obra, también sus verdaderas y secretas frustraciones. No renunciar a las realidades profundas del espíritu, en ese sentido ser irremediablemente figurativo… Construir con la pintura una arquitectura emocional. El acto de pintar contiene toda la historia de la pintura detrás. Sólo simular ignorar este hecho, nos permite seguir pintando…”

Cabe agregar que maestros de todos los géneros del arte han influido en sus carreras: pintores como J. M. W. Turner, Claude Monet, Vincent Van Gogh, Paul Klee, Wilfredo Lam, Willem de Kooning, Alfredo Hlito, Antoni Tapies, Santiago Cogorno, Alejandro Puente, César Paternosto, Jorge Pirozzi, entre otros; músicos variados como J. S. Bach, Sainte Colombe, Arvo Pärt, John Coltrane, Bill Evans, Frank Zappa, Ryuchi Sakamoto; escritores de la talla de J. L. Borges, Marguerite Yourcenar, Fernando Pessoa unidos al inolvidable cine de Federico Fellini, Ettore Scola, Akiro Kurosawa, Claude Sautet, Jim Jarmush y cientos de inspiradores más pertenecientes a la antropología y a la filosofía.

Como una suerte de peregrinación las salas del Museo de Arte Contemporáneo de La Plata permiten recorrer la serie de obras de esta notable muestra y detenernos ante cada estación que se proyecta hacia su propio infinito. La pintura es un reflejo del hacer físico de su creador, contiene su pulso, sus latidos, su respiración. Es un mapa de una sensibilidad que retiene el tiempo y lo muta en expresión plástica. Pareciera una nueva brújula que nos orienta en el viaje y encuentro de las formas, el descubrimiento de la renovación de la línea, el valor del trazo y la osadía del matiz. Son las presentes obras audibles donde tonos agudos y graves, ritmos melodiosos, notas asonantes se abren y nos abrazan acrecentando nuestra percepción.

Un bosque adentro de todos los bosques, un macro espacio, un paisaje realmente revelado, un viaje al color, un retorno al origen. El arte abstracto es más complejo que la realidad aparente, entiende que el color es un universo en sí mismo así como las formas, así como el artista, así como el espectador.

Grace Bayala, 2015

1-Oliveras, Elena. Estética. La cuestión del arte. 2ª. Ed. Buenos Aires, Ariel 2006.
2- Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello (trad. Antonio Gómez Ramos), Barcelona, Paidós 1996.

La Máquina de la Pintura, Houston USA

Cinco artistas frente a una misma obra avalan su única autoría sin faltar a la verdad. Lejos de ser un sofisma, lo afirmado, parece ser el axioma de la Máquina de la Pintura que con genio desafiante rompe lo establecido y redefine la obra sugiriendo que algo puede ser singular y plural al mismo tiempo, de uno y de todos y también de nadie. Daniel López Cullari, Luis Altieri, Daniel Prieto, Alejandro Parisi y Daniel Vidal son el cuerpo de artistas que crean esta manera de generar obra. Un big-bang pictórico, punto de partida y extrapolación del pasado universo artístico a nuestro tiempo finito. Mosaico no debería definirse como obra colectiva, no es resultado de una convocatoria, tampoco del azar. Es una constelación, una reunión armoniosa, una construcción meditada que nos sitúa ante una coreografía plástica que reaviva el hechizo de la danza oculta.
Quizá, la del origen del arte, herida abierta que, en el conjuro de espíritus fecundos, acaba de inscribir una nueva semblanza.

Grace Bayala, 2013