• Grace Bayala

Buenos Aires Ferrari, Carla Ferrari, Espacio de arte Eseade, 2005


Hablar de Carla Ferrari es placentero y no es difícil, quizá sea porque en ella no habita una persona indiferente o afectada, sino una auténtica artista. Por ese motivo quien se acerque a Carla encontrará una persona dispuesta a brindar lo que sabe y siente; generando a través de la camaradería, una correspondencia genuina donde el diálogo será siempre jugoso, enriquecedor.

Su obra, influenciada por la fuerza creadora de Jackson Pollock, la hace indagar sobre los beneficios de la horizontalidad del lienzo en el momento de la creación, método que le permite abordar el soporte desde todos los ángulos con extensa libertad. Análogamente, la técnica de chorreado de pintura, generadora con frecuencia de trazos no pautados, someten a la artista a la constante incertidumbre del resultado, que puede asombrarla o conducirla a trances conflictivos dependientes de rápidos y lúcidos desenlaces.

Mientras Carla Ferrari dice: “Esta técnica me permite transitar las pinturas, vivir en ellas”, los ríos de color trazan sus propias direcciones sobre la tela y, de un momento a otro, surge un mapa imposible de prever en pleno desarrollo de la actividad artística. En la obra late su ciudad plena de colores, las vistas urbanas van despertando en los paños de los que emergen además sobre vidrios y maderas insólitos personajes y hasta menudos seres etéreos esbozados como fantasmas que se deslizan entre luces y sombras desde la indefinición hacia una ficcional realidad.

Buenos Aires Ferrari no se trata sólo de una exhibición de pinturas, sino también, de una circunstancia artística donde algunas de las obras se han alejado de las paredes para ubicarse en el espacio con el fin de relacionarse entre sí. Otras, en cambio, se muestran congeladas y distantes intentando representar el efímero presente de la ejecución. Lo que las obras callen o dialoguen entre ellas deberá ser interpretado por los espectadores. Lo que las obras opinen del público… jamás lo sabremos.

Concluyendo: una equilibrada interacción del artista con el curador puede desembocar en gratos resultados que se traduzcan en el enriquecimiento mutuo. En algunas ocasiones, suelen notarse las influencias.

Grace Bayala, Curadora